¿Por qué me interesa?
Julio Cortázar es considerado uno de los autores más importantes de América Latina, un verdadero mago del relato corto.
La literatura latinoamericana es lo que es, o no sería la misma, sin Julio Cortázar, un escritor que era un poco argentino, un poco francés, un poco ciudadano de todo el mundo. El mago de las palabras, el genio de los relatos, el entusiasta de la soledad, de las caminatas largas, de los gatos y de contemplar lo que no se ve a simple vista. Y aunque todas sus narraciones merecen ser leídas, sus cuentos son inmortales, pedazos de sabiduría para apreciar la vida.
Julio Florentino Cortázar nació un 26 de agosto cerca de Bruselas durante la Primera Guerra Mundial. Tras escapar de un país a otro, llegó a los cuatro años a Buenos Aires donde tuvo una infancia solitaria; pasaba muchos días enfermo y sus únicos compañeros eran los libros de Julio Verne, Edgar Allan Poe y Víctor Hugo.

Su primera novela la escribió a los 10 años. Y desde ese primer texto, que se perdió, no paró de escribir sin importar sus trabajos, muchos de ellos en la docencia y en la traducción, las pensiones en las vivía, y la caótica vida política de Argentina. Publicó su primer relato corto, La bruja a los 19 años en una revista llamada Correo Literario.
En 1963 escribió Rayuela una novela larga y rara que le permite al lector escoger cuál es el principio o el final. Este texto, se volvió un referente de su poética y del llamado boom latinoamericano. Un libro en el que nos encontramos de frente con una de las grandes obsesiones de Julio, la aparición de la fantasía en la vida cotidiana.
Cortázar, el hombre que sabía escribir cuentos
Durante su vida, Julio publicó al menos nueve antologías. Entre sus obras más destacadas en este género están Bestiario, Todos los fuegos el fuego y Final del juego un compendio de relatos fantásticos donde podemos leer algunos de sus textos más reconocidos como La continuidad de los parques.
Cada cuento de Cortázar es una invitación a explorar nuestra humanidad desde un lado poco convencional. Y es que sus personajes, atmósferas y tramas desafían lo que sabemos de la literatura y de nosotros mismos.

El escritor convierte a los lectores en exploradores de universos imposibles donde no se sabe quién sueña a quién, en qué tiempo estamos o a qué nos enfrentamos. Todas sus historias, sin importar si ocurren en Cuba, Buenos Aires o París, son una provocación, una invitación a jugar, una manera de darle sentido al presente.

Respecto a su amor por escribir cuentos, el argentino comentó: “mi concepto de cuento es muy severo, alguna vez lo he comparado con una esfera; es algo que tiene un ciclo perfecto e implacable, algo que empieza y termina satisfactoriamente, en el que ninguna molécula puede estar fuera de sus límites.”
Seis cuentos de Julio Cortázar para leer una vez en la vida
Dicho todo lo anterior, y siempre con la intención de inspirarlos a leer más, hemos seleccionado seis cuentos del autor argentino, que no sólo defienden su estilo y poética, sino que nos invitan convertir lo cotidiano en algo extraordinario.
1.La continuidad de los parques
Del libro: Final del Juego, 1956
“Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes.
Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles.

Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos…”
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2.La noche boca arriba
Del libro, Final del Juego, 1956
“A mitad del largo zaguán del hotel pensó que debía ser tarde, y se apuró a salir a la calle y sacar la motocicleta del rincón donde el portero de al lado le permitía guardarla. En la joyería de la esquina vio que eran las nueve menos diez; llegaría con tiempo sobrado adonde iba.

El sol se filtraba entre los altos edificios del centro, y —porque para sí mismo, para ir pensando, no tenía nombre— montó en la máquina saboreando el paseo. La moto ronroneaba entre sus piernas, y un viento fresco le chicoteaba los pantalones…”
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3.Bestiario
Del libro Bestiario, 1951
“…Isabel supo como desde un tobogán que la mandarían a lo de Funes a pasar el verano. Se tiró en la noticia, en la enorme ola verde, lo de Funes, lo de Funes, claro que la mandaban.

No les gustaba pero convenía. Bronquios delicados, Mar del Plata carísima, difícil manejarse con una chica consentida, boba, conducta regular con lo buena que es la señorita Tania, sueño inquieto y juguetes por todos lados, preguntas, botones, rodillas sucias…”
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4.Casa tomada
Del libro Bestiario, 1951
“Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales), guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia…”

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5.La autopista del sur
Del libro: Todos los fuegos, el fuego, 1961
“…Cualquiera podía mirar su reloj pero era como si ese tiempo atado a la muñeca derecha o el bip bip de la radio midieran otra cosa, fuera el tiempo de los que no han hecho la estupidez de querer regresar a París por la autopista del sur un domingo de tarde…”

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6. Alguien que anda por ahí
Del libro: Alguien anda por ahí, 1977
“A Jiménez lo habían desembarcado apenas caída la noche y aceptando todos los riesgos de que la caleta estuviera tan cerca del puerto. Se valieron de la lancha eléctrica, claro, capaz de resbalar silenciosa como una raya y perderse de nuevo en la distancia mientras Jiménez se quedaba un momento entre los matorrales…”

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