David Bowie es casi un sinónimo de ‘música’. Como tal, la historia de la industria no se entendería de la misma manera sin su significativo aporte, enriquecido por su extenso y seguramente infinito talento. Incluso después de su fallecimiento en 2016, la figura del ‘Duque Blanco’ se mantiene fresca en la memoria colectiva de los melómanos del mundo.

Precisamente, este 8 de enero próximo se celebrará el natalicio del afamado compositor inglés quien habría cumplido 74 de edad. Como cada año, se llevará a cabo un concierto especial para festejar una fecha cargada de nostalgia y regocijo por todo lo que la obra de británico significó -y sigue significando- para el mundo.

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Ahora bien, el cumpleaños del astro de Brixton también nos remonta a uno de sus festejos más recordados: aquel en el que llegó al quinto piso de la vida (los 50 años, pues). Incluso si no te tocó ver el concierto o si quiera haber leído algo sobre ello -hasta hoy- lo más seguro es que hayas visto alguna vez la imagen que encabeza esta nota. ¿Qué tanto hubo detrás de aquella celebración? Recapitulemos un poco de ese momento.

El cumple 50 de David Bowie

Aquella famosa imagen de backstage es casi un tesoro de la historia del rock. Pocas veces hemos visto una imagen con tantas luminarias cerveceando, riendo, pasando el rato. En sí misma, esta imagen es una galería generacional de la música en la que vemos a gente de la talla de Thurston Moore, Brian Molko, Dave Grohl, Kim Gordon, Francis Black y Robert Smith, todo y cada uno de ellos ídolos, a lado del eterno David Bowie.

Era el 9 de enero de 1997 y el Madison Square Garden de Nueva York prestaba su escenario para un evento que bien podría haberse celebrado como un festival más, pero no… era el cumpleaños del Starman. Aquellas figuras de la música compartirían la tarima con el legendario inglés, pero la fiesta se preparaba para albergar a más de 30 mil invitados que querían atesorar un momento sin igual… Indudablemente, quienes estuvieron ahí, lo lograron.

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Una gran celebración previo a la gira

No hace falta aventarse toda la discografía de David Bowie para saber que él era un hombre metódico, perfeccionista e incansable hasta el tuétano. De hecho, solo necesitamos remontarnos a las primeras semanas de aquel recién llegado año. La agenda de británico contemplaba en febrero de ese mismo ’97 el lanzamiento de Earthling, su vigésimo álbum de estudio. Desde luego, en el horizonte se veía venir un tour como era costumbre.

Entonces, si se vale decir, parece que el creador de “Ziggy Stardust” necesitaba celebrar su llegada a los 50 con una fiesta poco común que también sirvió de antesala para promocionar su venidera placa discográfica. Y no se lo guardó: Bowie abrió su concierto de cumpleaños con “Little Wonder”, la primera canción de su nuevo trabajo que ahora sería la primera de esa noche.

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Se hizo la música

Llegó entonces la noche, con todo el escenario puesto, con David Bowie y compañía listos para engalanar el momento. Tras haber tocado la canción antes mencionada seguida por “The Heart Filthy Lesson”, el primer invitado de la noche llegó con Francis Black de Pixies para darle caña a “Scary Monsters ( And Super Creeps)” y “Fashion”.

La lista de apariciones siguió con Foo Fighters para tocar “Hallo Spaceboy”, el preámbulo perfecto con el que Dave Grohl se unía al ídolo para tocar posteriormente “Seven Years In Tibet”. El tema que siguió fue “The Man Who Sold The World” ya con Bowie por su cuenta, esto en una decisión medio rara porque, bueno, imagínense un homenaje a Kurt Cobain en pleno cumple de David con Grohl tocando la canción que Nirvana covereó en su mítico Unplugged.

Dave Grohl y David Bowie. Foto: Getty

Así, de a poco, hicieron lo suyo Robert Smith (“The Last Thing You Should Do”, “Quicksand”) y Sonic Youth (“I’m Afraid of Americans”) hasta que llegó Lou Reed al escenario. Ver a dos de los padres del art-rock debió ser tan simbólico como increíble porque, como dijo Bowie en su momento, Lou era el uno de los mejores amigos que le quedaba de su generación. Además, aquel encore junto al neoyorquino fue más un tributo al propio Reed y The Velvet Underground que otra cosa.

El icónico concierto cerró con un segundo encore que ahora tendría como co-protagonista a Billy Corgan de The Smashing Pumpkins, un amigo y de repente colaborador de Bowie con el que, además, compartía a Mike Garson como pianista de ambos proyectos. Billy y David hicieron lo propio con “All The Young Dudes” y “The Jean Genie”, que serían la antesala para que “Space Oddity” cerrara el evento con David Bowie tomando el escenario por su cuenta.

Robert Smith y David Bowie. Foto: Getty

Y bueno, entonces vino la foto de backstage. “No hubiera esperado tener tanto apetito por la vida en este momento… Había asumido, como los héroes poéticos románticos, que lo quemaría todo. Pero nada se ha apagado. Todavía me siento ardiente, dijo David a The New York Daily News (vía NME) tras el concierto. Que sea esa una lección para todos nosotros: seguir ardientes a los 50.

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Redactor de música, entretenimiento y otras cosas cool en SopitasFM como parte de Sopitas.com. Recién (o ya no tanto) salido de la carrera de comunicación y periodismo de la FES Aragón UNAM. "La música...

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