Si por algo hemos hecho muchos corajes los mexicanos es por los estereotipos que utilizan para discriminarnos en el mundo. Pero esto no quiere decir que nuestra nación sea la única que carga la pesada carga de los prejuicios, también lo sufren los países del continente europeos (sí esos que están bien chiquitos pero cómo han dado lata en el mundo). Esto lo podemos ver en un mapa que hizo Yanki Tsvetkov en el segundo volumen de su Atlas del prejuicio.
Muchos de ustedes seguro ya ubican el trabajo de Yanko Tsvetkov, sobre todo sus mapas de prejuicios que se han viralizado por la red. En dos de sus libros Tsvetkov nos ofrece una serie de mapas divertidos y ensayos sobre la intolerancia, la paranoia, la política y los prejuicios.
El mismo autor nos cuenta de su experiencia en su página:
«En 2012 escribí, ilustré y diseñé mi primer libro, el Atlas de prejuicio. Al año siguiente fue publicado en Inglés, alemán y ruso. Se convirtió en un éxito de ventas en Alemania.
El libro explora la historia de la domesticación del chivo expiatorio, el primer animal que se sabe que fue domesticado por el hombre. También abriga la idea de que algún día podríamos dejar de depender tanto de la economía de chivo expiatorio y recurrir a los recursos más saludables para el medio ambiente.
Algunas personas consideran que mi libro es divertido.»
Tsvetkov siempre maneja sus temas con mucho sentido del humor, el volumen dos de su Atlas del prejuicio lo anuncia de la siguiente manera:
«El Atlas del Prejuicio 2 le ayudará a superar la depresión post-coital que lo habrá estado torturando una vez que terminó de leer el primer volumen. Este volumen lo llevará a alturas climáticas frescas, develando nuevos y fascinantes paisajes de la intolerancia humana.
El libro ofrece una vista única sobre temas que, de otra manera parecen triviales, como la Reconquista española y sus incestuosas, pero temerosas de Dios, mentes maestras: Isabel y Fernando; los viajes transatlánticos de un xenófobo racista llamado Cristóbal Colón; la pasión por los sombreros ridículos de un sultán otomano; la historia de amor entre Carlomagno y el Papa León III y el descubrimiento de América por esos socialistas escandinavos conocidos como los vikingos.»
De este segundo libro salió la guía para cortar al continente europeo de 20 maneras distintas (disfrútenla):
En el número uno podemos dividir a Europa entre los europeos que se consideran eufóricos (como los italianos y los españoles, para dar algunos ejemplos), los melancólicos (alemanes e ingleses) y los depresivos (noruegos y rusos). Después los divide entre clásicos (italianos, griegos y portugueses) y modernos (suecos, daneses e irlandeses). El mapa 3 muestra a los revolucionarios como los españoles o los rusos y los tradicionales como los ingleses y los austriacos. Luego nos muestra la Europa soleada y la nublada.
Después distingue entre la Europa-tomate y la Europa-papa. En el mapa 6 tenemos a la Europa del vino (Francia, España, Italia, Grecia, Portugal), la Europa de la cerveza (Inglaterra, Alemania, Irlanda, Islandia) y la Europa del vodka (Noruega, Suecia, Dinamarca, Rusia, etcétera). El mapa 7 divide entre la Europa que utiliza aceite de olivo y la que utiliza mantequilla (seguimos sin saber para qué sirve un prejuicio como éste, pero así son los estereotipos… estúpidos). El mapa 8 nos divide a la Europa que toma café (casi toda la Europa continental) y la que toma el té (representada por países como Rusia o Inglaterra).
Luego tenemos a los sexualmente reprimidos (parece que el requisito prácticamente es tener costa en el Mediterráneo) y a los emocionalmente reprimidos (los europeos del norte). La siguiente división es por religión, los católicos (como Italia, España o Portugal), los protestantes (Alemania, Dinamarca, Noruega o Inglaterra) y los ortodoxos (Grecia, Rusia y demás países de Europa del Este).
Para aumentar nuestros prejuicios tenemos por un lado la Europa rica (la occidental) y por el otro la Europa pobre (la que está en la parte oriental… más Italia del sur).
Al final tenemos a los flojos (España, Portugal, Italia y Grecia) y a los trabajadores (Inglaterra, Alemania, y los demás países del Norte).
¿Aún no han comprobado que son unos prejuiciosos? Bueno, en el siguiente mapa tenemos a la Europa con comida rica (que curiosamente es la misma que es pobre…y floja) y la Europa con comida terrible (que es la que pensamos que es la rica y trabajadora).
En el mapa 14 se muestra a la Europa ensordecedora (los escandalosos italianos del sur, los griegos, los portugueses y los españoles del sur), la Europa que suena fuerte (como Francia) y los países que están mudos… digo, los tranquilos (los del norte).
Luego tenemos a la Europa que quiere a los gays (la traducción menos grosera sería «joti-amiga»), ahí hay países como Inglaterra, Alemania, España, Francia, Irlanda, Suecia, Suiza, Austria, Dinamarca, Noruega o Islandia y la Europa homofóbica, en la que están países como Hungría, Ucrania, Grecia, Rusia, Bielorrusia, Macedonia, etcétera.
En el mapa 16 está la vieja Europa (occidental) y la nueva Europa (oriental)… no sabemos por qué es vieja o nueva, pero ahí está la división.
El mapa 17 muestra nuevamente una división entre europeos flojos y europeos trabajadores, por si no nos hubiera quedado claro que el sur es el pobre, flojo, escandaloso, que está lleno de comedores de aceite de olivo, mientras que en el norte vive gente trabajadora, depresiva, con comida fea y que prefiere cocinar con mantequilla ¿cómo puedes cocinar feo y utilizar mantequilla al mismo tiempo? No lo sabemos.
En el número 18 se muestra a los europeos que necesitan un plomero, y a los que pueden arreglar su propio fregadero.
El penúltimo mapa muestra a los europeos que pueden comer mientras caminan y a los que necesitan sentarse. El último mapa los divide entre los países religiosos y lo ateos.
Si jugamos con las inferencias que podríamos hacer a partir de estos prejuicios, parece que se necesita creer en Dios para cocinar rico y vivir en la miseria, mientras que la práctica atea de cocinar con mantequilla podría garantizarnos ser ricos… y depresivos.
Como siempre los estereotipos solamente sirven para caricaturizar a las personas y para nada describirían a un individuo cualquiera que viva en España o en Alemania. Ni todos los españoles son pobres (pregunten al presidente de Repsol), ni todos los alemanes son ateos melancólicos. Así como no todos los mexicanos son flojos, usan sombrero o se van a dormir a la sombra de un cactus (no sabemos por qué nos dibujan así, los cactus tienen espinas ¿quién en su sano juicio se iría a acomodar ahí?).
Pero bueno, aquí podemos ver otros mapas sacados del volumen uno del atlas.
