Uno de los principales atractivos de una Feria Internacional del Libro es la posibilidad de acercarnos a la literatura que está haciéndose en otras partes del mundo, en este caso, la surcoreana.

“Un acercamiento a la literatura de Corea del Sur”, eso prometía la presentación que Yi Mun-yol tendría con los lectores mexicanos, en un encuentro organizado por el Literature Translation Institute of Korea (LTI Korea). La pura idea de saber más de la literatura de este país fue pretexto suficiente para que asistiéramos a este encuentro del que salimos muy satisfechos.

Acompañado de un traductor, Yi Mun-yol ingresó a la sala. Su apariencia es la de un hombre maduro y amable, un tanto introvertido pero que transmite tranquilidad y experiencia. En cuanto el presentador comenzó a leernos su biografía literaria, caímos en la cuenta de que nos encontrábamos ante uno de los escritores más importantes de aquel país asiático.

Yi Mun-yol nació en 1948, en un momento determinante en la historia de su país: la separación de las dos coreas. En ese entonces, su papá decidió mudarse con toda su familia a Corea del Norte, en donde vivió por varios años. Tiempo después, su regresó a Seúl lo dejó marcado.

De esta forma, Yi Mun-yol formó parte de una importante generación de escritores que se han preocupado por reflejar el espíritu de esa época. De hecho, en su novela corta Nuestro héroe desfigurado, habla sobre un niño al que le tocó vivir la separación de las dos coreas.

Este encuentro serviría para que el autor compartiera con los lectores mexicanos cómo se convirtió en novelista y el proceso de inspiración que siguió para escribir El Pájaro de las alas de oro, una de sus obras más significativas.

En Corea del Sur había dos caminos para debutar en el ámbito de la literatura: la primera era por medio de la publicación en los periódicos, que regularmente realizaban concursos de todos los géneros literarios; la segunda era cuando una obra era recomendada por alguna revista literaria.

Tras años de tocar a las puertas de revistas y periódicos especializados, la oportunidad no se presentaba para Yi Mun-yol, quién no fue seleccionado sino hasta sus 31 años. Entonces todo cambió, y este autor comenzó a recibir varias ofertas de los medios que antes lo habían rechazado.

En un principio se negó por venganza, lo que le provocaba, de acuerdo a sus propias palabras “una sonrisa amarga”. Sin embargo, poco a poco fue cediendo y comenzó a ser publicado. Como ya contaba con varios cuentos y novelas escritas, estas se fueron editando en un tiempo muy breve, convirtiéndose en el escritor más prolífico de su país.

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En cuanto a El Pájaro de las alas de oro, este relato gira entorno a la caligrafía, y es que en Corea del Sur aún se emplea una escritura a base de símbolos chinos, tema especialmente significativo para la cultura de esta nación.

No obstante, la idea original de este relato proviene de un mito hindú sobre una deidad relacionada con el sol que come dragones diabólicos escondidos en el mar. Esta leyenda le vino a la mente cuando se enteró de la muerte de un calígrafo que terminó destruyendo las obras que realizó a lo largo de su vida pues se sentía descontento con ellas.

Este artista usaba el seudónimo “agricultor de bambúes” (por aquello de que artesanalmente esta planta era usada en los pinceles con los que se practicaba la caligrafía). Al leer esta noticia relacionó algunos símbolos de la caligrafía del éste asiático, con el mito del pájaro de las alas de oro que parte hacia el mar, y decidió transmutarlo a la belleza de los símbolos chinos.

Cuando terminó este escrito, su esposa abordó el tren desde muy temprano y llevó el manuscrito a una editorial que se encontraba en Seúl (Yi Mun-yol vivía en un poblado cercano a la capital surcoreana, y para mandar sus trabajos usaba el fax, pero éste era más tardado).

Mientras, Yi Mun-yol se quedó en la sala de su casa tomando unas copas. Por una semana cayó enfermo y sufría de fiebre alta, y aunque fue al doctor, ningún medicamento le quitó los malestares. Una noche, entre la fiebre que lo acosaba vio volar a un pájaro con alas de oro, entonces volvió a sentirse sano.

Con este encuentro nos dimos cuenta que la literatura de Corea del Sur nos ofrece un rico y vasto universo literario en el que vale la pena aventurarse.

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