La década de los 90 ha sido una de las más sencillas dentro de la historia del cine. Y con esto no queremos decir que las películas que se realizaron durante esta época no hayan contribuido a nada, sino que dejaron de lado todas las pretensiones de las décadas pasadas y se centraron en la trama misma. Con sus excepciones, estas como consecuencias de nuevos elementos tecnológicos (The Matrix del 99 de las ahora hermanas Wachowski), las películas noventeras se fueron hacia un lado nihilista con personajes que a simple vista eran sencillos –para todos aquellos que ven en el cine una sola cualidad de entretenimiento–, pero que en sus diálogos escondían algo más.

Los ejemplos son variados y podemos nombrar a cineastas ya conocidos como Quentin Tarantino con Perros de reserva y Pulp Fiction en 1992 y 94, respectivamente, esas dos obras que lo llevaron al punto más alto de Hollywood de la mano de Weinstein; los hermanos Ethan y Joel Coen con Fargo de 1996 y dos años después la salida de The Big Lebowski;  Crash y The Naked Lunch de David Cronenberg; El silencio de los inocentes de Jonathan Demme como una de las más grandes películas del cine de suspenso; Bitter Moon de Roman Polanski; pero también el golpe a la meca del cine con cintas europeas orgánicas como Funny Games de Michael Haneke, Todo sobre mi madre de Pedro Almodóvar, Insomnia de Erik Skjoldbjærg, y algunas asiáticas como Audition de Takashi Miike.

Todas ellas, sin guardar una historia parecida o ciertas similitudes en la técnica y estilo de los directores, llegan al mismo punto: son sencillas pero siempre dicen algo más de lo que aparentan. Este también es el caso de Eyes Wide Shut de Stanley Kubrick su último gran filme que a casi 20 años de su lanzamiento, sigue sin ser comprendido, así como el cierre del cineasta a una de las carreras en la industria más influyentes de todos los tiempos. Protagonizada por Tom Cruise y Nicole Kidman, quienes estaban casado en la vida real, Eyes Wide Shut fue una cinta en la que los críticos perdieron totalmente el punto. Como toda la filmografía de Kubrick, hace falta verla más de una vez para comprender cuál es el significado de los detalles y el porqué de cada una de las decisiones del director. 2001: A Space Odyssey, reconocida como su más grande obra, se digiere después de un tiempo de ser espectador, no a la primera. Eyes Wide Shut no fue la excepción a su regla.

El tiempo de espera, pero sobre todo la conocida obsesión y compulsión de Stanley por los detalles, también influyeron en la percepción del público sobre la cinta. Y aquí hay un punto más a considerar: Kubrick es un director que va de lo particular a lo universal, nunca al revés. Toma todo lo que puede desde la escenografía e iluminación, hasta el elenco y la trama para presentar la película como un todo conformado de varias partes. Eyes Wide Shut, junto con Barry Lyndon, son consideradas sus dos “peores” películas, y la razón es esta: los espectadores influidos por los medios, vieron estas dos cintas como un todo sin separar las partes. ¿Por qué?

La escena del ritual previo a la orgía es una de las más icónicas de ‘Eyes Wide Shut’.

Las razones, como mencionamos, se deben principalmente a que a pesar de que Kubrick mantenía todos sus proyectos y el desarrollo de los mismos en secreto, ya se conocía el proceso de los mismos. Finalmente, llevaba más de 30 años como uno de los nombres más grandes , y con el paso de los años, sus características más íntimas y personales, pasaron a ser del dominio público. De este modo, todos esperaron la obra fílmica que cerraría el viejo siglo y daría paso al nuevo milenio de la mano del director. Pasaron 12 años desde la salida de Full Metal Jacket en 1987 hasta Eyes Wide Shut en 1999. Había una urgencia por ver una cinta de Kubrick. Como mencionamos, Barry Lyndon de 1975, no fue bien recibida, pero cinco años después llegó The Shining y otros ocho más el drama de guerra para compensar la falta de compresión de la gente. Y siempre las expectativas, entre más altas sean, más bajos caen los puntos a favor.

Otro detalle de la vida de Kubrick que anticipó a todos, fue el hecho de que el director era capaz de editar sus filmes días antes de su estreno, incluso después de muchos años de su lanzamiento. En una entrevista sobre Eyes Wide Shut, Nicole Kidman dijo que para Kubrick nunca nada era perfecto. Stanley murió días antes del estreno de la película a nivel nacional, lo que dejó a muchos con la duda de qué pudo haber cambiado o eliminado. Y esto también lo tomaron para decir que la última película del más grande, fue la más pobre de su filmografía…

Ahora bien, ¿qué hay detrás de Eyes Wide Shut? Como mencionamos, si nos vamos de lo particular a lo universal, se trata sin duda de una gran obra fílmica que superó su técnica y regaló una experiencia visual sin precedentes. Se convirtió en la cinta con el mayor tiempo de filmación registrado en la historia con poco más de 15 meses, y no sólo eso, nuevamente llevó a sus actores al límite al filmar más de 90 tomas de una misma escena. Con Shelley Duvall en la producción de The Shining, la trataba mal con la intención de molestar a la actriz y llevara esa tensión al personaje de Wendy Torrance. Esta vez obligaba a los actores a filmar una y otra vez una escena sencilla para que entraran completamente al personaje: olvidaran que se trataba de un set con cámaras alrededor y mostraran un punto más íntimo como la trama lo exigía.

Basada en la novela Traumnovelle o Dream Story de 1926 de Arthur Schnitzler, Eyes Wide Shut sigue la historia del exitoso y atractivo Bill Harford, quien después de una pelea con su esposa Alice en la que ambos intentan definir la sexualidad de su género, cae en una odisea nocturna y ambigua que involucra prostitutas, disfraces y orgías que sumen a los espectadores en una atmósfera de incertidumbre y sexualidad que a veces puede llegar a ser graciosa.

Nicole Kidman y Tom Cruise filmaron el algunas ocasiones más de 90 veces la misma escena.

La película es fría por el estilo del director, algo que no se apega de ninguna manera a la calidez del libro, pero se trata de un trabajo de Kubrick. Lo mismo sucedió alguna vez con The Shining: la adaptación no era similar a la obra literaria pero le hacía justicia totalmente si se considera primero la experiencia visual como la narrativa del filme. Todos esperaban con The Shining y Jack Nicholson una película más de terror; sin embargo, Kubrick nos dio una verdadera obra del género que explora diversos puntos que pocas películas, incluso en la actualidad con todos los elementos tecnológicos al alcance, han podido definir.

Con Eyes Wide Shut el fenómeno es muy similar, sólo que ahora deja de lado el miedo para dar paso a un análisis profundo del narcisismo y las fantasías a través de una relación marital que parece deteriorarse y en la que la confianza queda en medio de dos abismos distintos: el del hombre y su visión de la sexualidad femenina como parte de un arraigo cultural milenario; y el de la mujer con un enfoque más abierto hacia las experiencias sexuales pero sin que este deje de ser silencioso. Así como en la trama se intenta reprimir la fantasía de Alice con un marinero encima de la seguridad de un matrimonio, Eyes Wide Shut fue “censurada” y catalogada como un filme psicológico y muy sexual. Después de que salieran las primeras imágenes del filme, se consideró antes de tiempo como una historia sexual cargada de erotismo. Pero resultó ser todo menos eso. Sí, es un filme cuya atmósfera está cargada de alusiones al sexo, pero es sobre todo una experiencia sensual (de los sentidos) y onírica en la que la escenografía participa como otro personaje más.

Tom Cruise desarrolló una ulcera del estrés al intentar complacer a Kubrick en cuanto a lo que demandaba para el filme.

Conforme Kubrick se hacía más grande –al momento de Eyes Wide Shut ya estaba en los 70– su miedo a volar y subirse a un avión crecía. Esto le impidió volar a Nueva York y filmar la cinta en algunas locaciones de la ciudad. En lugar de eso, construyó una réplica exacta de las calles de Nueva York en la que incluso definió los espacios reales entre puestos de periódico. A pesar de que su equipo hizo un buen trabajo, en el filme hay un Nueva York que no se siente real al igual que la búsqueda de Bill en la que se define como un hombre viril cuyas oportunidades sexuales se dan por razones que no obedecen a una atracción sexual: dinero, dolor y compasión.

Eyes Wide Shut es una película de los noventa que dejó las pretensiones de sus predecesoras. Aquí no hay innovaciones tecnológicas ni nuevas técnicas de iluminación, tampoco está el desarrollo de un nuevo lenguaje, la diversidad de conceptos ni la construcción narrativa a través del tiempo y los segmentos. Eyes Wide Shut es tan sencilla como parece ser pero con una estructura de los personajes principales más profunda que establece algo por lo que Kubrick jamás se interesó: la taquilla. La historia es sexual, pero Bill y Alice son sensuales…

Así que esta última obra fílmica quizá deba mantenerse en un limbo en el que encanta la idea que se trata de un Kubrick, pero el filme se percibe como cualquier otro que invita a las audiencias a pensar –y realizar– en ese último diálogo entre los protagonistas: I do love you and you know there is something very important that we need to do as soon as possible”, dice Alice después de enterarse de la “realidad de una noche. “What’s that?”, pregunta Bill. “Fuck”.

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En 2017 entré a Sopitas.com donde soy Coordinadora de SopitasFM. Escribo de música y me toca ir a conciertos y festivales. Pero lo que más me gusta es hablar y recomendar series y películas de todos...

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