A pesar de que cuando alcé la mirada en busca de estrellas antes de entrar al Plaza Condesa no encontré ninguna, sé que ayer fue una noche de cielo estrellado. Sé que fue una noche hecha para mí, así como para cada persona que acompañó a Patrick Watson en un viaje de intimidad y honestidad musical absoluta.

Con una pequeña reverencia al sonido de gritos emocionales por tener a Patrick Watson en frente, el músico canadiense se sentó en su piano para empezar una odisea que nos llevaría por vientos fuertes, días nublados de lluvia constante y uno que otro arcoíris en momentos de luz. Con una iluminación completamente simbiótica a la energía que se sentía, sonó “Dream for Dreaming”, la canción perfecta para introducirnos en un mundo de amor y dolor por igual.

Óscar Villanueva Dorantes @theOzcorp

Ya bien definida la vibra de lo que sería la próxima hora y media, Patrick Watson se encargó de transmitir emoción desbordante en cada palabra y en cada nota de su piano. Su emoción al cantar es tan personal que te invita a perderte en el océano de su voz. Y esto es tan verdadero, que es uno de los conciertos más callados que ha visto el Plaza hasta el día de hoy.

Con canciones como “Turn Out The Lights”, “Drive” y “Melody Noir”, Watson nos presentaría algunas de las nuevas rolas de Wave, probablemente el disco más personal que ha hecho hasta el día de hoy. Durante la creación del álbum, Patrick perdió a su madre, su baterista de rato dejó el grupo y él y su pareja se separaron, sentimientos que plasmó en cada canción. Wave habla sobre cómo a veces tienes que ser tú mismo quien te de un poco de amor cuando nadie más lo hará. Es un disco increíblemente honesto, humilde e íntimo. Algo que vivimos y experimentamos en un sentido tanto individual como colectivo.

Óscar Villanueva Dorantes @theOzcorp

Entre canciones, y como lo haría durante todo el concierto, Patrick Watson se tomaba su tiempo para platicar, para agradecerle a todos por acompañarlo en “este momento tan especial”, para enriquecer con contexto las canciones que estaríamos por escuchar y sobre todo, para reír. Para contagiaros su alegría de vivir.

Después de un buen rato de estar envueltos en una vibra de melancolía, llegaría probablemente el momento más especial emocionalmente hablando. Con un toque suave de luz que permitía ver solo su silueta dibujada, las primeras notas de “Broken” empezaron a sonar. Fue el momento en el que Patrick Watson nos rompió el corazón y nos lo sanó al mismo tiempo. Fue el momento en el que las manos se encontraron, las cabezas descansaron en los hombros de esa persona especial y las lágrimas corrieron.

Óscar Villanueva Dorantes @theOzcorp

Para subirle un poco el ritmo después de semejante bajonazo, “Big Bird In A Small Cage” llegó para dar ese tan necesario destello de luz. “Adventures In Your Own Backyard” también apareció para prepararnos, ya que estaría por llegar el cierre más nostálgico y pesaroso de la noche. Después de un encore de segundos como máximo, el único que regresaría sería Patrick Watson, para sentarse enfrente de su piano y preguntarle a sus fans qué canción les gustaría escuchar.

Sin mucho tiempo para decidir, “To Build A Home” nos transportaría a un lugar en el que solo existiría su voz y un vacío que se llenaría progresivamente conforme avanzaba la canción. “Lighthouse” la acompañaría para cerrar un concierto de infinita profundidad emocional. Patrick Watson convirtió al Plaza Condesa en un foro de una persona. En un foro individual, en el que no existió nada más que su voz, su piano, su música y todo lo que nos hizo sentir. Nos regaló el concierto más personal e íntimo que jamás nos pudimos imaginar. Una noche de música honesta.

Óscar Villanueva Dorantes @theOzcorp

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