Los cambios bruscos del mercado inmobiliario suelen tener consecuencias directas y desastrosas para los ciudadanos de a pie. La mayoría de las personas, al hacerse de un poco de ahorros, suelen buscar invertir en una vivienda; es decir, un pequeño patrimonio que les permita tener un poco más de calma en medio de vaivenes de dinero. Igualmente, una casa se entiende como parte de una herencia que se puede dejar a hijos y nietos para que puedan impulsar sus vidas a partir de saber que, al menos, tienen un lugar donde vivir. La posibilidad de perder ese fruto de trabajo y esfuerzo es una experiencia de horror. La cosa se pone más peluda cuando está en riesgo la segunda empresa inmobiliaria más grande de un país que mueve los mercados de todo el mundo. Tal es el caso de Evergrande y su posible colapso en próximas semanas.

El tema no es menor. De saque, el mercado inmobiliario de China representa entre 20 y 30% del total de su economía. A partir de ciertos cambios regulatorios para la adquisición de vivienda, desde finales de los 90 en el país asiático este sector ha crecido a pasos agigantados. Evergrande, sólo superada en tamaño por Country Garden Holdings, tiene más de 1,300 proyectos en 300 ciudades chinas. Además, el grupo se ha expandido para comercializar agua, tener participaciones fuertes en el mercado financiero y manejar parques temáticos. Incluso, cuenta con su propio equipo de futbol (el Guangzhou, que en la actualidad es dirigido por Fabio Cannavaro). ¿Y cuál es el problema? Actualmente Evergrande debe más de 305,000 millones de dólares. En menos de una semana ha incumplido dos pagos fuertes de intereses a tenedores de bonos, proveedores e inversores minoristas. El más reciente reportado apenas ayer, miércoles 29 de septiembre, por una deuda “pequeña” de 47.5 millones de dólares.

Ahí venía el lobo

Desde mediados del año pasado había una preocupación constante por un probable colapso de Evergrande en el mercado inmobiliario. Una empresa de ese tamaño se hace en gran medida a base de préstamos estatales y en el sector financiero. Para poder crecer agresivamente, necesitan de fortísimas sumas de lana para seguir invertiendo en proyectos que, a la postre, puedan vender (la mayoría de las veces en esquemas de preventa). En la medida que les compren sus desarrollos, pueden seguir alcanzando pagos de intereses sin preocuparse, en teoría, demasiado por la liquidez de la empresa (sobre todo, si se les presta libremente). En ese esquema, Evergrande sostiene a la fecha préstamos con más de 170 bancos chinos y más de 100 bancos a nivel mundial.

El problema comenzó cuando el gobierno chino decidió implementar ciertos candados a este tipo de empresas (que se estaban endeudando a lo loco) para acceder a préstamos. En gran medida, básicamente, se les empezó a solicitar comprobantes de liquidez. Y, pues, Evergrande sólo tiene alrededor del 10% del total de sus deudas. Al no poder contar con dinero para financiar la conclusión de sus desarrollos, comenzaron a vender a destajo. Primero, ofreciendo descuentos de hasta 30% en casas y departamentos al público en general. Después, se siguieron con tratar de pagar a proveedores con los que tenían deudas con algunas de sus propiedades sin terminar. Incluso con esas estrategias, han seguido acumulando facturas vencidas que tienen a la empresa al borde del colapso en estos momentos. Y el tema está lejísimos de cerrarse por lo pronto.

¿Demasiado grande para caer?

El tamaño de Evergrande hizo que por muchos años se pensara como una empresa “Demasiado grande para caer (o quebrar)”. Algo similar a lo que sucedió con algunos bancos en la crisis de 2008 y 2009, aunque analistas consideran exagerado pensar que éste pueda ser un “Momento Lehman” para China. Lo cierto es que Evergrande y su dueño, Hui Ka Yan, históricamente se han alineado con el gobierno y el Partido Comunista. Corre el chisme que, por ejemplo, cuando Xi Jinping mencionó que ganar la Copa del Mundo de futbol era un sueño para el país, el Guangzhou empezó a gastar carretadas de dinero en jugadores como guiño al presidente. Sin embargo, hasta el momento no parece que vaya a haber un rescate directo a Evergrande por parte del gobierno de China.

Con la nueva noticia de un segundo pago de deudas vencidas por parte de esta empresa, seguramente habrán nuevos movimientos tanto en mercados como en términos de política pública para suavizar el golpe que pueda ocasionar el colapso de Evergrande. Las acciones que se han visto por el momento son, relativamente, modestas. Por un lado, el gobierno de Xi Jinping solicitó al Banco Popular que estabilice los precios de la tierra y la vivienda en su territorio, para que se deje de ver a los bienes raíces como un estímulo económico de corto plazo.  Por otro, trasciende que se pidió directamente a empresas respaldadas por el Estado a empezar a comprar activos de Evergrande; incluido, por ejemplo, el estadio del Guangzhou y los desarrollos inmobiliarios a su alrededor. Por su parte, la empresa cerró la venta de su participación (19.3%) en el banco estatal Shengjing Bank para obtener 1,500 millones de dólares para capitalizarse, algo que inmediatamente le dio un respiro al valor de sus acciones.

¿Y qué le espera al mundo?

La volatilidad de los mercados en la última semana de anuncios de Evergrande ha sido peligrosa pero moderada desde una perspectiva internacional. Preocupa un posible efecto contagio, en el cual los problemas de financiamiento de los bancos hacia esta empresa china generen una crisis crediticia y un clima de desconfianza a nivel mundial. No obstante lo anterior, parece que aunque nadie va a quitar los ojos de China en las próximas semanas, no habrá mayores consecuencias inmediatamente. Pero los problemas que acarrea este colapso no acaban ahí. Hay mercados, sobre todo en términos de proveedores y materiales, que verán oscilaciones gruesas en los próximos meses. Ya se comienza a ver en los precios del cobre y del hierro y es posible que se haga un efecto dominó con otros commodities.

Todo esto en un año en el que las materias primas han estado en una montaña rusa que le ha pegado hasta a la tortilla.

Lo que está sucediendo con Evergrande puede ser una llamada de atención para sectores en los que se crece a ritmos desproporcionados a base de préstamos. Sus consecuencias finales no serán evidentes hasta dentro de algunas semanas, particularmente si esto sólo es la punta del iceberg de problemas en el sistema económico de China. Por lo pronto, lo que sí se sabe es que puede llevarse entre las patas a más o menos 15 millones de familias que lo único que querían era hacerse de un patrimonio. Consecuencia más que suficiente para horrorizarnos.

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Soy Raúl, pero la gente me conoce como Ruso. Estudié letras inglesas en la UNAM y tengo una maestría en periodismo y asuntos públicos por el CIDE. Colaboro en Sopitas.com desde hace más de seis años....

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