María del Carmen Legorreta Rodríguez vivía en el departamento 107 de un edificio ubicado en la calzada San Antonio Abad de la colonia Obrera, en la alcaldía Cuauhtémoc, de la Ciudad de México. Al menos así era hasta el 19 de septiembre de 2017, día en el que un terremoto de 7.1 grados cambiaría su vida por completo, al igual que la de otras personas que se vieron afectadas por el sismo de esa tarde.

Ella lo recuerda bien; acababa de salir de la escuela, ya estaba en el Tren Ligero y fue entonces que el sismo comenzó a sentirse en la ciudad. Como el transporte dejó de funcionar, tuvo que tomar un camión para ir por su hermana, quien en ese tiempo estudiaba en la Preparatoria 5. Afortunadamente logró encontrarla y decidieron esperar ahí a su mamá, que se encontraba cerca de Huipulco.

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Ya estando juntas, decidieron trasladarse a la casa de la madrina de su hermana, donde se quedarían esa noche.

Ese día no pudieron contactarse con su papá, quien en ese entonces, trabajaba en Jamaica. Sería hasta el siguiente día que por fin se encontrarían y verían por primera vez los graves daños que dejó el terremoto en su hogar.

“Así como llegó, se fue”

El día que llegó junto a su familia, recibió las primeras malas noticias, pues personal de Protección Civil les indicó que el edificio estaba muy mal, que en cualquier momento se podía derrumbar y que les recomendaban no volver a entrar. Después de eso, decidieron dormir en un automóvil por temor a que les sucediera algo o que alguien robara sus pertenencias.

Comenzaron a sacar sus objetos de mayor valor y a llevarlos a la casa de uno de sus tíos, quien ofreció que vivieran ahí temporalmente, así como a la de la madrina de su hermana: “Así fuimos sacando las cosas poco a poco, porque nos dijeron que tanto movimiento podría causar el derrumbe del edificio”.

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Foto: Especial

Después de dos o tres meses, recibieron el dictamen de su edificio, aunque para su sorpresa, éste señalaba que estaba en semáforo verde; es decir, que no tenía ningún daño y que estaba bien. Sin embargo, María cuenta que el día que se presentó el Director Responsable de Obra (DRO), quien emite el documento, apenas vio el inmueble.

Ni siquiera entró e incluso les dijo que había lugares en peores condiciones: “Y así como llegó, se fue”.

San Antonio Abad 39 llega a Damnificados Unidos

Fue justo por esta razón que se suscitó la integración a Damnificados Unidos, un colectivo de personas afectadas en la capital por el terremoto de 2017 que buscan que las autoridades les respeten su derecho a una vivienda digna. Sí, María cuenta que en una ocasión sus vecinos se encontraron en las oficinas del Instituto de Vivienda (INVI) de la Ciudad de México, a una persona afectada del Multifamiliar Tlalpan, quien les comentó de la organización.

Tras este contacto, los vecinos de San Antonio Abad 39 asistieron a una reunión del colectivo y les informaron que su edificio podía integrarse.

Una de las primeras cosas en que les ayudaron, fue a conseguir un nuevo dictamen a través de una movilización con la que cerraron la calle Lucas Alamán, pues las autoridades se negaban a enviar a un nuevo DRO para revisar el inmueble, e incluso, les dijeron que pagaran a uno para que lo realizara.

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Después de casi un año, recibieron por fin un nuevo documento en el que ahora se señalaba que existía riesgo de colapso en el edificio; también, gracias a la unión con Damnificados Unidos: “Nos empezamos a integrar a las mesas y el gobierno nos comenzó a tomar en cuenta como parte del colectivo. Desde ahí empezamos a tener respuesta sobre que iba a pasar con nuestro predio”.

Entre la redensificación, la reconstrucción y una expropiación que no se da

Ella señala que, durante la administración de Miguel Ángel Mancera, las autoridades les decían que no podían hacer nada, hasta que no se resolvieran los problemas judiciales del inmueble. Además, agrega que no tomaban en cuenta que el edificio funcionaba por medio de una copropiedad.

Sobre estos problemas legales, María cuenta que dentro del predio hay una bodega que se encuentra incautada por un presunto delito de piratería. Sin embargo, esto no lo sabían, ya que el Registro Público nunca les dio información y solo pudieron saber esto hasta después de investigar.

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Foto: Especial

Fue hasta que llegó el gobierno de Claudia Sheinbaum, y que se colocó a César Cravioto como comisionado para la Reconstrucción, que les dieron una posible solución: un proyecto de redensificación, con el que se ampliaría el inmueble con dos departamentos más y así venderlos para cubrir los gastos necesarios de reconstrucción.

No obstante, todos los vecinos de San Antonio Abad 39 se negaron a esta propuesta y pidieron otra resolución.

Es así que el comisionado capitalino les propuso que Fundación Slim interviniera para realizar los trabajos de reconstrucción, ya que no alcanzaban los recursos públicos. Parecía ser lo más viable, pero el problema llegó cuando la organización no aceptó empezar hasta que se resolvieran los problemas judiciales.

Ante este nuevo obstáculo, la Comisión para la Reconstrucción propuso, desde hace un año, que se hiciera una expropiación del inmueble.

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Foto: Especial

Hasta la fecha, no se ha concretado nada, pues María asegura que les han puesto muchos trabas: “Nos han puesto muchas trabas porque vamos y nos dicen que falta la causa de utilidad pública, ya después les decimos que la tenemos, pero nos dicen que nos falta otra cosa. Nos traen de vueltas”.

“Regresar a casa, a una vivienda segura y digna”

María no tiene más que una petición.

Regresar a su casa con las condiciones que ya tenían, pero para que se pueda hacer eso, asegura que se necesita concretar la expropiación: “Sabemos que una expropiación, si el gobierno la quiere hacer, la hace, no vemos por qué tantas cerradas para nuestro predio”. Ella también sabe que debe seguir peleando por su vivienda, por la de sus padres, por el lugar donde creció su papá.

“Perdemos mucha vida en esta lucha, pero es por algo que costó mucho tiempo tenerlo”.

Y con todo que, desde el día uno, ha tenido que pasar por obstáculos como hacer guardias afuera de su casa durante las noches; ir a reuniones de coordinación que terminaban hasta la madrugada; así como enfrentarse a las autoridades con el apoyo de Damnificados Unidos, ella quiere seguir luchando por su patrimonio.

“Eso es a lo que nos obligó el mal gobierno, a reunirnos con un fin común, que es regresar a casa, a una vivienda segura y digna”, señala. Y finalmente agrega con algo de tristeza: “A mí me gustaría pensar que se va a resolver antes de que termine este año, pero lo veo muy lejos”.

Actualmente, las autoridades capitalinas indican, por medio del portal reconstruccion.cdmx.gob.mx, que el estatus del edificio que se encuentra en San Antonio Abad 39, está en proyecto, aún no se le ha asignado una empresa constructora, una supervisora y ni siquiera un presupuesto para los trabajos de reconstrucción.

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Me llamo Erick Ponce y trabajo en Sopitas.com desde el 2020. De hecho, entré justo un mes antes de que se decretara la pandemia de COVID-19; pero bueno, este no es el lugar para deprimirlos. Antes colaboré...

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