Como cada lunes no podía hacer falta Antitendencias Sonoras, el espacio donde saciamos a los oídos más curiosos con aquella música que muestra una estética fuera de lo más escuchado a través de los medios convencionales, por lo tanto, música que difícilmente llega a nuestros oídos o que podemos ver el nombre de sus creadores en los festivales más representativos de nuestro país, pero que de una u otra manera ahí está, deambulando en la red en espera de aquellos quienes sepan apreciarla, guardarla y quererle en futuro. Música que cumple la única función de satisfacción, un lenguaje que permite el diálogo entre el músico y la sensibilidad. Música sincera y sin pretensiones que en muchas ocasiones pasa desapercibida, pero que nosotros buscamos hacerle un tantito de justicia.

Esta ocasión hablaré de Jordan De La Sierra, un músico que parece haberse anclado en el pasado para pasar casi desapercibido, concebido por mucho tiempo como un compositor minimalista de culto, pero que más allá de cualquier etiqueta o adjudicación mostró un lenguaje tan puro y sincero que consiguió el merecido reconocimiento apenas un par de años atrás.

 

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Llegué a su música gracias al sello de Chicago Numero Group, una disquera que se encarga de reeditar álbumes casi de culto que se encuentra regados por todo el mundo. No me clavaré en ellos porque creo que merecen una nota exclusiva de Antitendencias, pero el caso es que hubo un título que se llevó mi corazón de inmediato: Gymnosphere: Song of the Rose.

Se trata de un álbum doble de 1987 con duración de casi 2 horas, en donde a lo largo de cuatro canciones caeremos en un hipnotismo que sería mejor atribuirlo como una meditación sonora. En este álbum Jordan De La Sierra -que dicho sea de paso, su nombre real es Jordan Stenberg– se clava en la composición influida por el minimalismo de compositores como La Monte Young y de Terry Riley, así como la música hindú, los microtonos y los diversos tipos de afinaciones; rompiendo así la clásica estructura tonal occidental.

Otro punto particular de este álbum es que Jordan De La Sierra utiliza la acústica para la composición, grabando así la totalidad del álbum en una catedral que glorificó sus armónicos y juegos melódicos, sumado a la unión de un registro ’seco’ con el de una grabadora de carrete que otorgó cierto reverb granuloso. Así mismo el álbum está compuesto en una misma escala de 7 notas que va alterando ligeramente a lo largo del álbum. En una entrevista para Red Bull explicó que esta concepción fue siempre vista a través de la sensibilidad, jamás se clavó pensando en buscar un sonido innovador o en cómo ‘trascender’ en la ‘industria’ musical, sino lograr percibir las cualidades del sonido y dejarse llevar por la personalidad de la canción.

 

 

En la misma entrevista Jordan explica que en aquel entonces era un joven curioso, atraído por cualquier cosa que tuviera una relación directa con el sonido en concreto, explicando que amigos suyos y contemporáneos formaban parte de un grupo de jóvenes interesados por la música desde otro ángulo del cual todavía no se había planteado, por ejemplo, cómo sanar un cuerpo humano a través de las frecuencias, cómo utilizar la música para la conexión con la conciencia; podría decirse que veían la música como un canal hacia terrenos meramente íntimos.

¿Pero qué fue lo que pasó con Jordan De La Sierra?, él estudió música y ejerció gran parte de su vida a la composición, pero le tocó una época que no favoreció mucho a su expresión, o mejor dicho, la gente parecía no estar preparada para lanzamientos de este estilo. Por una parte del tiempo fue considerado como un pilar dentro del género New Age -aunque él mismo lo niega-, su música fue absorbida por éste y lo dejó en un rincón casi en el olvido. Después de este lanzamiento paso desapercibida las pocas publicaciones bajo su nombre y se sumergió a un mundo un tanto distinto, donde la inmobiliaria y la construcción eran los temas cotidianos que desplazaron a las notas musicales.

Fue gracias a la re edición de Numero Group que un gran número de escuchas fervientes de la música ambient y minimal nos sorprendimos al por mayor, y más teniendo en cuenta que sigue vivo. En la misma entrevista de Red Bull ha explicado que para él es un sueño alejarse de la construcción y regresar a los escenarios, totalmente dispuesto a quienes quieran escuchar “Gymnosphere: Song of the Rose” en vivo, algo que, al menos este redactor, soñaría.

Su álbum es un ejemplo de sinceridad, y cuando el amor está presente en un obra de arte… indudablemente podrá trascender a través del tiempo.

 

 

T: @hreveh

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