Korn está de regreso con su disco de estudio número 14, el cual viene a recordarnos la gloria de una banda que en sus más de 20 años de carrera, ha entregado grandes trabajos. Por ejemplo, Requiem, este nuevo disco, es sucesor del grandioso The Nothing de 2019, álbum en el que Jonathan Davis expuso completamente su fragilidad tras la pérdida de su esposa y su madre, con algunos momentos brillantes en composición musical y lírica. 

Los pioneros del nu metal han transitado desde una peculiar versión de metal tétrico con sonidos propios, a mezclas con dubstep, regresado a sus orígenes con mayor potencia y una serie de recursos fascinantes para darle más poder a sus rolas, así como ahondar en la lírica psicológica que tan bien crea el icónico vocalista de la banda.

Bajo la producción de Chris “The Wizard” Collier (Stillwell, Fear Factory), la banda californiana entrega nueve temas que suman en total poco más de media hora, lo que resulta en un LP corto pero conciso, con mensajes claros y toques de genialidad en las ideas principales detrás de su creación.

Portada de 'Requiem' de Korn
Portada de ‘Requiem’ de Korn / Foto: Loma Vista

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La reconciliación entre luz y oscuridad

Tras varios tropiezos en su gira de 2021, anunciando el descanso indefinido de Reggie Arvizu y con contagios escalonados durante varias fechas de la gira, Korn regresó al estudio aprovechando las interminables jornadas de encierro en medio de la pandemia.

Con el regreso de Arvizu para componer y grabar, la banda aborda la pérdida, sensación de persecución y confusión, observando posibles soluciones a la vista, pero fundiéndose con los lugares oscuros, como escuchamos en “Let The Dark Do The Rest”, en la que además, aprovechan hasta elementos sinfónicos para darle un magnitud mayor a su un metal.

Davis tiene una particular habilidad para convertir sentimientos adversos en letras inteligentes que enfrentan un ser dual que en el sufrimiento encuentra iluminación: “This lucid darkness is filling up my soul.” Estar en ese lugar le da bastante claridad a Davis, y musicalmente notamos también el constante cambio, cuando la rola es densa y oscura, el puente puede mostrar más espacios y transmitir algo de esperanza.

Lleno de antítesis entre luz y oscuridad (darkest lights, lucid darknes), un juego propio de la banda, las canciones son un diagnóstico de los dos elementos que hay en cada uno de nosotros, como constante lucha resuelta cuando las dos partes se funden.

El diálogo con la voz interna

Notablemente en su disco homónimo de 1994, Issues del 99 y Take A Look In The Mirror de 2003, Korn jugaba con los roles de quien cantaba en las canciones, dejando a la interpretación si se trataba de un personaje, quizás un alter ego, o simplemente la voz interna de Davis, lo que sucede en “Lost In The Grandeur”, en donde el puente raya en la genialidad con un giro en la idea de la canción que deja ver las constantes preocupaciones de la voz de la banda.

“Disconnect” muestra, en un tema directo y crudo de metal, también otra faceta en la voz, cuando en el puente se gritan aforismos quizás sobre lo inmersos que estamos en mundos ajenos, lo digital o la vida diaria, guardando nuestros pensamientos de forma hermética.

En “Hopeless and Beaten” se mantienen los recursos de la manifestación de lo interno, en una rola desoladora que nos deja ver una vez más que quizás este lugar le favorece más a Davis para escribir. Mientras la voz dice calmada: “I tried all along”, voces distorsionadas le responden “Help me please”; también lo escuchamos claro en: “I can’t feel a thing”, con la respuesta en grito “Suffering”.

Equilibrio entre el sonido propio y la experimentación

En apenas media hora, quizás la única queja con el disco, la banda persigue mantenerse fiel a su sonido con distorsiones pastosas en las guitarras y bajo a cargo de Munky, Head y Fieldy, la magistral batería de Ray Luzier como base de la banda y combinar elementos nuevos, como efectos novedosos en las guitarras, risas grabadas, cuerdas sinfónicas.

El quinteto californiano tiene el suficiente criterio para lograr que lo conocido y lo nuevo convivan en sus rolas, todo en la justa medida sin abusar; por ejemplo, del delay que participa en “Worst Is On Its Way”, que se mantiene, para dar lugar a un puente con guitarras que se responden y rompe en el legendario balbuceo distorsionado de Davis, la única ocasión que nos regala este elemento en el disco. 

La mayoría de las canciones se basan en el típico metal directo de Korn (“My Confession” es la más clara), pero incorporan por momentos elementos que aportan el sentimiento tétrico y persecutorio que desde hace catorce discos la banda transmite para atrapar a quien escuche con la mezcla particular que logramos identificar plenamente como el sonido que le da identidad a Korn. 

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Entusiasta y nerd musical desde que tengo consciencia. Lector obsesivo y escritor. Ávido de escuchar y presenciar música en vivo. Músico novato a ratos. Egresado de Derecho y (casi) de Letras Inglesas...

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