Los periódicos de todo el mundo amanecieron con la siguiente noticia: Edward Snowden ofrece a Brasil un acuerdo de intercambio polémico, compartir más detalles acerca de la vigilancia de la NSA a cambio de que le den un asilo político permanente.

Al parecer al filtrador de información favorito de todos no le está gustando el clima (¿político?) de Rusia y se quiere pasar a tierras más tropicales. Y es que Snowden publicó una carta abierta a la población brasileña. Y aunque la carta no pide exactamente el trueque que propagan los medios internacionales, sí tiene una petición de alianza en contra de las políticas de espionaje de Estados Unidos, la petición, por otro lado, la está haciendo David Miranda, el esposo de Glenn GreenWald, el periodista que ayudó a publicar en The Guardian y O Globo las filtraciones de Snowden.

Recordemos que, en algunas de las revelaciones se descubrió que el gobierno estadounidense realiza actividades de espionaje en el país sudamericano, y que, además, hace espionaje comercial, pues hasta las acciones e intereses de Petrobras ha ido a investigar. No sólo eso, también ha intervenido la comunicación de varios personajes, entre ellos, las de la presidente Dilma Rousseff.

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Esto hizo enojar mucho a Rousseff, quien canceló la visita a Washington que tenía programada para octubre. Además dio un fuerte discurso en contra de las políticas estadounidenses en su intervención en la Asamblea General de las Naciones Unidas que se celebró hace unas semanas.

Brasil está enojado, y Snowden lo sabe, sobre todo porque Brasil quiere iniciar una política para controlar la red en su país y proteger la información de sus ciudadanos, para esto, varios políticos brasileños han pedido ayuda a Snowden:

«He expresado mi voluntad de ayudar, es apropiado y legal, pero lamentablemente el gobierno de los Estados Unidos ha hecho mucho para limitar mis opciones»

The Guardian nos recuerda que el asilo de Snowden en Rusia tiene fecha de caducidad (durará sólo un año), según este diario, después de publicarse la carta, David Miranda, el esposo de origen brasileño del periodista que publicó las filtraciones de Snowden en The Guardian, Glenn Greenwald, inició una petición en el sitio web activista Avaaz pidiendo que Brasil le concediera el asilo a Snowden.

Miranda escribió:

«Tenemos que agradecer a una persona que nos ha dado la verdad y debemos ayudarlo a luchar contra el agresivo espionaje estadounidense… Edward Snowden es el enemigo número 1 de los Estados Unidos, y es alguien a quien admiro»

«Snowden se está quedando sin tiempo. Él tiene una visa temporal en Rusia y como condición de su estancia allí no puede hablar con la prensa o ayudar a los periodistas o activistas a entender mejor cómo funciona la máquina de espionaje global de los Estados Unidos»

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David Miranda, además, está haciendo una revisión judicial de la detención que sufrió en Londres por 9 horas y la retención de todos sus dispositivos de almacenamiento de información (hasta su videojuegos se quedaron los británicos, aliados de los estadounidenses).

miranda the guardian

Aquí está la petición de Avaaz.org

Gracias pero no gracias

Folha de S. Paulo publicó el día de hoy:

El gobierno brasileño no tiene interés en investigar a la NSA y por eso, no pretende conceder asilo a el filtrador del programa de espionaje del gobierno de los Estados Unidos, Edward Snowden, en intercambio por informaciones para atender este objetivo.

Esto lo publicó ya que el Ministerio de Relaciones Exteriores de su país destacó como «positiva» la llamada de Snowden para movilizarse en contra de las políticas de espionaje estadounidenses, pero subrayó que Brasil respeta la soberanía de otros países y no busca una «venganza» en contra de los Estados Unidos. Un asesor presidencial explicó que su gobierno no puede entrar en un juego de negociaciones de este tipo.

La carta de Snowden termina con este llamado:

 «Si Brasil escucha solo una cosa de mí, que sea la siguiente: cuando todos nos unimos contra las injusticias y en defensa de la privacidad y de los derechos humanos básicos, podremos defendernos hasta de los más poderosos sistemas.»

El Palacio Presidencial no se ha pronunciado y no puede hacerlo ya que la carta no es una solicitud formal de asilo por parte del filtrador. Rousseff se expresó sorprendida cuando se enteró de la carta y pidió al Ministerio de Relaciones Exteriores que se pronunciara al respecto.

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Para el Ministerio hay dos problemas: no se ha entregado una petición de asilo formal, y el costo político (en su política exterior) es más grande que las ganancias que realmente obtendrían. Ahora, lo que preocupa a Brasil es tener los mecanismos jurídicos y tecnológicos para evitar más espionaje.

En fin, esperemos que Brasil afloje o veamos hasta dónde llega todo esto.

Folha de S. Paulo reproduce la carta íntegra de Snowden:

Seis meses atrás, emergí de las sombras de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de los Estados Unidos para pararme frente a la cámara de un periodista.

Compartí con el mundo pruebas de que algunos gobiernos están montando un sistema de vigilancia mundial para rastrear secretamente cómo vivimos, con quién conversamos y qué decimos.

Me paré delante de aquella cámara con los ojos abiertos, consciente de que la decisión me costaría mi familia y mi hogar, y que además colocaría en riesgo mi vida. Lo que me motivaba era la idea de que los ciudadanos del mundo merecen entender el sistema dentro del cual viven.

Mi miedo más grande era que nadie escuchara mi aviso. Nunca antes estuve tan feliz de haber estado tan equivocado. La reacción en ciertos países viene siendo especialmente inspiradora para mi, y Brasil es uno de ellos, sin dudas.

En la NSA fui testigo, con creciente preocupación, de la vigilancia de poblaciones enteras sin que hubiera cualquier sospecha de actos criminales. Esa vigilancia amenaza volverse el mayor desafío a los derechos humanos de nuestros tiempos.

La NSA y otras agencias de espionaje nos dicen que, por el bien de nuestra propia “seguridad”, en nombre de la “seguridad” de Dilma, en nombre de la “seguridad” de Petrobras revocaron nuestro derecho a la privacidad e invadieron nuestras vidas. Y lo hicieron sin pedir permiso a la población de ningún país.

Hoy, cuando una persona carga un teléfono celular en São Paulo, la NSA puede rastrear dónde uno está, y lo hace: hace eso 5000 millones de veces por día con personas del mundo entero.

Cuando una persona en Florianópolis visita un sitio en Internet, la NSA mantiene un registro de cuándo eso sucedió y de lo que uno hizo. Si una madre en Porto Alegre llama por teléfono a su hijo para desearle suerte en un examen, la NSA puede guardar el registro de la llamada por cinco años o más.

La agencia llega a guardar registros de quien tiene una relación extramatrimonial o visita sitios de pornografía, en caso de que precisen ensuciar la reputación de esas personas.

Senadores de Estados Unidos nos dicen que Brasil no debería preocuparse, porque eso no es “vigilancia” sino “recolección de datos”. Dicen que hacen eso para mantener a las personas seguras. Están equivocados.

Existe una gran diferencia entre programas legales, espionaje legítimo, actuación policial legítima, en donde individuos son vigilados porque se tiene una sospecha razonable sobre ellos, y esos programas de vigilancia en masa para la formación de una red de informaciones, que colocan poblaciones enteras bajo una vigilancia omnipresente y guardan copias de todo para siempre.

Esos programas nunca fueron motivados por la lucha contra el terrorismo: son motivados por espionaje económico, control social y manipulación diplomática. Por la búsqueda de poder.

Muchos senadores brasileños están de acuerdo y pidieron mi ayuda con sus investigaciones sobre la sospecha de crímenes cometidos contra ciudadanos brasileños.

Expresé mi disposición a ayudarlos cuando fuera apropiado y legal, pero infelizmente el gobierno de Estados Unidos viene trabajando arduamente para limitar mi capacidad de hacerlo, llegando al punto de obligar a que el avión presidencial de Evo Morales aterrizara para impedirme de viajar a América latina.

Hasta que un país me conceda asilo político permanente, el gobierno de Estados Unidos va a continuar interfiriendo con mi capacidad de hablar.

Seis meses atrás, revelé que la NSA quería escuchar al mundo entero. Ahora el mundo entero está también escuchando y hablando. Y a la NSA no le gusta lo que está oyendo.

La cultura de la vigilancia mundial indiscriminada, que fue expuesta a debates públicos e investigaciones reales en todos los continentes, está colapsando.

Solo tres semanas atrás, Brasil lideró un Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas para reconocer, por primera vez en la historia, que la privacidad no termina donde la red digital comienza y que la vigilancia en masa de inocentes es una violación de los derechos humanos.

La marea cambió y finalmente podemos visualizar un futuro en donde podamos disfrutar de la seguridad sin sacrificar nuestra privacidad.

Nuestros derechos no pueden ser limitados por una organización secreta, y autoridades americanas nunca deberían decidir sobre las libertades de los ciudadanos brasileños.

Incluso los defensores de la vigilancia de masas, aquellos que tal vez no estén convencidos de que las tecnologías de vigilancia ultrapasaron peligrosamente los controles democráticos, hoy están de acuerdo en que, en democracias, la vigilancia del público tiene que ser debatida por el público.

Mi acto de consciencia comenzó con una declaración: “No quiero vivir en un mundo en que todo lo que digo, todo lo que hago, todos con los quien hablo, cada expresión de creatividad, de amor o de amistad sea registrada. No es algo que estoy dispuesto a apoyar, no es algo que estoy dispuesto a construir y no es algo bajo lo cual estoy dispuesto a vivir”.

Días más tarde, fui informado de que mi gobierno me había convertido en un apátrida y que quería encarcelarme. El precio de mi discurso fue mi pasaporte, pero estoy dispuesto a pagarlo nuevamente: no seré yo el que ignore la criminalidad en nombre de la comodidad política. Prefiero no tener nacionalidad a perder mi voz.

 Si Brasil escucha solo una cosa de mí, que sea la siguiente: cuando todos nos unimos contra las injusticias y en defensa de la privacidad y de los derechos humanos básicos, podremos defendernos hasta de los más poderosos sistemas.

 

**Vía Folha de S. Paulo, Der Spiegel, The Guardian, The Washington Post

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Fundé Sopitas como hobby y terminó siendo el trabajo de mis sueños. Emprendedor, amante de la música, los deportes, la comida y tecnología. También comparto rolas, noticias y chisma en programas...

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